Folio I: Días diferentes
Acompañado solo de un vodka y del silencio, anochece tanto fuera, como dentro de mi por
situaciones que me cuesta trabajo entender.
Intento comprender el misterio de los actos, el porque de su acontecimiento y la razón de
sus consecuencias, dándome cuenta de que por ellos cada día lo observo diferente a pesar
de que mis ojos no han cambiado.
Tumbado en el suelo (no por la bebida, ya que es muy escasa para lograrlo) se debilita todo
mi ser, de tanto en tanto siento que las fuerzas me abandonan, mis extremidades son flojas
y mi razonamiento vago, no me permite descifrar tantas cosas que dudo, y que con mis
sentidos bien puesto lo hubiera podido realizar.
Me siento a veces tan ruin y miserable que merezco vivir en los drenajes más profundos y
donde no es visitado siquiera por los rayos del sol, en ciertos días.
Otras veces cambio mis pensamientos de la forma en que cambia la situación, y veo mi
existencia de manera diferente.
Pero hoy no es uno de esos días de mi segunda forma de ver mi ser, me siento peor que lo
primero por verdaderas simplicidades que aún titubeo en encontrar tan profundo hoyo
hecho en el alma de seres adyacentes a mis días en cierto lugar.
Deliberación, escucho esa palabra en un programa televisivo y me trae a la mente solo una
cosa: entender la magnitud del daño causado en este jornada, pero también salta a mi
conciencia de que sencillamente no fue algo tan, serio, el tiempo lo curará, después de una
noche de sueño todo volverá a la normalidad y simplemente soy un desdichado con
complejo de culpabilidad.
Marcas mudas en mi cuerpo son testigos de mi experiencia de este día, que siento que me
traen recuerdos llenos de felicidad como fuente y melancolía como su efecto. El pabellón
de mi oreja izquierda, una y sellos en el brazo del mismo lado, también, son aquellos
manifestantes de mi agridulce día.
Puedo ocultar tan bien las cosas que mi rostro ríe cuando las lágrimas caen semejantes a
cascadas de mis ojos en mi interior, pero, hasta cuando podré seguir con ese vacío
emocional que llevo dentro.
Lo acontecido sirvió para darme cuenta de que somos lo que queremos ser, llegamos hasta
donde nuestra mente nos deje llegar. Es tan sencillo, como que si necesitamos la baya que
cuelga de las ramas de un árbol, y no la alcanzamos ni estirando las manos, existen
diversidad de caminos hasta llegar hasta la meta propuesta, me doy cuenta de que mis
límites me los pone mi propio yo.
Estoy mal física y mentalmente, me siento bajo, pero, seguirle dando la cara a lo que ya
pasó y la espalda a lo que está por venir, ¿es acaso la solución?.
Dejar el pasado en paz, ver el futuro, pero sobre todo, vivir el presente sería el atajo para
huir con sagacidad de mi mañana.
Me incorporo poco a poco, mis nublados ojos de a poco se abren, cobro conocimiento de la
situación, regresan las fuerzas a mi desvanecida humanidad, se cierran las puertas del
delirio que de a poco me inundaron, termino mi vodka, tomo el edredón y a saber afrontar
lo que me prepara el destino (si es que existe).
situaciones que me cuesta trabajo entender.
Intento comprender el misterio de los actos, el porque de su acontecimiento y la razón de
sus consecuencias, dándome cuenta de que por ellos cada día lo observo diferente a pesar
de que mis ojos no han cambiado.
Tumbado en el suelo (no por la bebida, ya que es muy escasa para lograrlo) se debilita todo
mi ser, de tanto en tanto siento que las fuerzas me abandonan, mis extremidades son flojas
y mi razonamiento vago, no me permite descifrar tantas cosas que dudo, y que con mis
sentidos bien puesto lo hubiera podido realizar.
Me siento a veces tan ruin y miserable que merezco vivir en los drenajes más profundos y
donde no es visitado siquiera por los rayos del sol, en ciertos días.
Otras veces cambio mis pensamientos de la forma en que cambia la situación, y veo mi
existencia de manera diferente.
Pero hoy no es uno de esos días de mi segunda forma de ver mi ser, me siento peor que lo
primero por verdaderas simplicidades que aún titubeo en encontrar tan profundo hoyo
hecho en el alma de seres adyacentes a mis días en cierto lugar.
Deliberación, escucho esa palabra en un programa televisivo y me trae a la mente solo una
cosa: entender la magnitud del daño causado en este jornada, pero también salta a mi
conciencia de que sencillamente no fue algo tan, serio, el tiempo lo curará, después de una
noche de sueño todo volverá a la normalidad y simplemente soy un desdichado con
complejo de culpabilidad.
Marcas mudas en mi cuerpo son testigos de mi experiencia de este día, que siento que me
traen recuerdos llenos de felicidad como fuente y melancolía como su efecto. El pabellón
de mi oreja izquierda, una y sellos en el brazo del mismo lado, también, son aquellos
manifestantes de mi agridulce día.
Puedo ocultar tan bien las cosas que mi rostro ríe cuando las lágrimas caen semejantes a
cascadas de mis ojos en mi interior, pero, hasta cuando podré seguir con ese vacío
emocional que llevo dentro.
Lo acontecido sirvió para darme cuenta de que somos lo que queremos ser, llegamos hasta
donde nuestra mente nos deje llegar. Es tan sencillo, como que si necesitamos la baya que
cuelga de las ramas de un árbol, y no la alcanzamos ni estirando las manos, existen
diversidad de caminos hasta llegar hasta la meta propuesta, me doy cuenta de que mis
límites me los pone mi propio yo.
Estoy mal física y mentalmente, me siento bajo, pero, seguirle dando la cara a lo que ya
pasó y la espalda a lo que está por venir, ¿es acaso la solución?.
Dejar el pasado en paz, ver el futuro, pero sobre todo, vivir el presente sería el atajo para
huir con sagacidad de mi mañana.
Me incorporo poco a poco, mis nublados ojos de a poco se abren, cobro conocimiento de la
situación, regresan las fuerzas a mi desvanecida humanidad, se cierran las puertas del
delirio que de a poco me inundaron, termino mi vodka, tomo el edredón y a saber afrontar
lo que me prepara el destino (si es que existe).
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