Folio II: Cinco llamadas
Una historia de este código de locura abarca un motivo inusual, una pasión
desenfrenada junto a una descripción generalizada donde se personifica el más simple
objeto que plasmó su presencia en aquel escenario de hechos y deshechos…
A tu larga vida Narciso Javier
Y a todas las enseñanzas que pude captar.
Carta 05
El armónico arrullo de los grillos a las tres de la mañana enternecía una noche fría
donde las historias de terror temblaban de miedo en el escenario tan desolado que se
vivía, en la quietud de mi hogar… la soledad por compañía y el silencio de consejero,
daban pauta precisa para misteriosas cuestiones que sucederían de aquí en adelante.
Párpados pesados, ánimos cansados… hora de soñar pero el insomnio se internaba en
mi mirada… la atención se enfocaba en la tenue luz que se colaba en la ventana… y de
un instante a otro, rompiendo el silencio una llamada aparece, número no reconocido en
la pantalla.
Sin ganas de contestar, esperaba impaciente que aquella persona imprudente se canse de
hacer lo que hacía, mas era una insistencia que me llevó a pensar que era algo urgente.
- Alo - contesté el teléfono, mas colgaron al escuchar mi voz
Imaginé que se trataba de una broma… el mal humor me hizo recordar como uno
visitaba a Morfeo…
La mañana se vistió de normalidad, el sol se levantó un poco más tarde que de
costumbre, y tocaban mi ventana las múltiples ocupaciones que tenía en ese día,
Semiología, amistades, Anatomía…
Un baño con agua helada, usando el último suspiro del shampoo que aún quedaba, un
secado rápido, un cepillado Xpress, un peinado que causaba risas en el espejo, desayuno
lo que encuentro: leche y galletitas… envidiaba a mi gato que se había encontrado en la
mesa del vecino un suculento bistec… en fin, restaba salir
Al tocar la puerta para marcharme camino a lo incierto, interrumpe la marcha una
llamada, eran las 07h25, el mismo número que la vez anterior, contesté de inmediato, y
de inmediato me colgaron.
Decidí no prestarle atención para no irritar mi ánimo ni estropear mi agenda del día…
Viajé un poquito más que incómodo en la metro vía, que circulaba a paso de caracol
mientras el apremio de las responsabilidades tiraban de mi maleta.
Al fin llegué a mis actividades, entre amigos y compañeros, bromas y risas, se fueron
las primeras doce horas del día.
La hilaridad nos había abierto el apetito a muchos compañeros, nos fuimos a almorzar al
campus café de la U. La comida estaba como siempre: mala, pero más fuerte fueron las
ganas de comer.
Nos sentamos cinco alrededor de una mesa redonda, y cuando disponía a llevarme la
primera cucharada a la boca, sonaba mi celular, el mismo número por tercera ocasión
esperaba que contestase, hago lo propio y se repitió el desenlace.
Rápidamente se me dibujó en el rostro la contrariedad, algo raro puesto que es de rutina
situaciones así, mas algo me provocaba una sensación extraña, como que oprimía el
pecho y no me gustaba…
- ¿Qué sucedió? – me preguntaron unos
- ¿Quién te llamó? – fue la cuestión de otros.
Siquiera supiera yo que estaba pasando.
Se me quitó el apetito, y aquel alegre coloquio se estaba volviendo tenso de tantas
interrogantes.
- ¿Qué sucedió José?
- ¿Qué ocurre Josant?
Tantas preguntas pero ni una respuesta…
- No sucede nada muchachos – contesté por compromiso, aunque tenía un rótulo en la
frente que decía lo contrario.
Con un tanto de astucia empecé a evadir las preguntas siguientes, mientras me
apresuraba a comer lo que había pedido, y con la misma prontitud procedí a despedirme
de los comensales.
Mientras me iba, escuché a uno de ellos que me conocía un tanto más, decir: - Seguro lo
llamó ******* (cada asterisco es una letra, el que quiera entender que entienda), puesto
que se nubló del planeta.
Solo detuve mi marcha presurosa, y con calma confusa abrí la puerta.
Saqué mi celular y en efecto, el número era conocido para mí, pero la velocidad a la que
llevo muchas veces la vida me hace obviar detalles elementales.
Era un número borrado de mi agenda telefónica, pero no de mi memoria.
En ese justo instante sucedió una cuarta llamada, esta vez no contesté, puesto que ya
tenía una premonición del final.
Solo me propuse llegar a casa.
Habiendo realizado mi propósito, irrumpo en mi habitación, mi gatito dormía en mi
cama, y solo por instinto procuré sentarme junto a mi mascota. Pasaron minutos,
horas… se me fue el tiempo…
Cuando desperté de mi sopor, eran las 3 de la mañana…
Mi gato se mudó al sofá, y yo tenía en mis brazos un peluche de recuerdos, que yacía
guardado desde hace algún tiempo en un baúl que por ganas de no llorar, no abro hace
mucho…
Más confundido que antes esta vez, me levanto de súbito interrumpiendo el silencio de
mi morada, cuando suena el teléfono por quinta vez…
Decidí no contestar…
Para que escuchar la realidad, si todas las circunstancias se dieron para soñar un futuro
que no será jamás… que me disculpen los coelhistas pero aún no termino de leer el
alquimista… no he descubierto aún el desenlace de la leyenda existencial…
Papel y lápiz… para redactar, memoria para recordar, alma para soñar y un corazón
cada día más confuso… que no sabe dejar de amar…
Lamau 25/06/2008 03H38
Folio II: Cartas sin destinatario
Comentarios
Publicar un comentario