Alfabeto de pasiones

Un sólo día hubo principio y final de una vida
Eres Z... Porque fuiste mi A... Eres mi zeta romana, mi Omega hebreo, mi final de vida... Eres la Z de este abecedario que empezó con un
Amor, de niño y de cristal, te acicaló esos ojos de girasol describiendo una
Belleza, en tus brazos solo existía un
Cariño y en tus manos una
Dulzura. Tu mirada escribía una
Empatia y la mía una gran
Felicidad... Solo podía decirte un eterno
Gracias de haber aparecido en mi camino... denotando con tu andar
Humildad, con cada consejo una Inteligencia, sin dejar atrás la
J del nombre que mencionabas al amar...
Kamikaze sin dios ni ley, que lleva tu mensaje suicida escrito con
Linda afición, solamente tú,
Mujer... Las manos se cansan de escribir, pero
Nadie podrá igualarte nunca, en esta
Odisea que raya lo que fuiste para mi: una Pasión, un
Querer vivir junto a ti esta
Realidad, para ahogar este
Sufrimiento bien mayúsculo que he caminado, con el temor de que todo Terminó. Eres
Única, y estás letras enlazadas manuscritas lo están a la mágica
V de tu nombre, de esta locura
Wagneriana tan absurda como esta cursileria de media noche, donde veo tu nombre entre luces de
Xenón, con un inagotable anhelo
Yermo que jamás volverá a repetirse... Terminando esta lírica en la Z...
Esa zeta que marca el Omega, de un sueño solo espera vivir, y no morir sin haber nacido...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Folio II: Cinco llamadas

El problema de ser médico: Las seis gemas de lo inverosímil.

Alvaro Scaramelli - Un ramo de flores