Un lunes 30 de octubre
Crónicas en un turno hospitalario similar a los demás, pero diferente
Subir al tercer piso a reportar varios exámenes con mi maleta más lista que yo mismo para ir hacia puerta 4... Un dramatizado de sonrisas falsas mientras sujetas a una persona y le dices que no le dolerá lo que le harás cuando sabes que si sucederá.. 7 escalones y medio antes de llegar al suelo, una fulana cuyo nombre no quiero acordarme, caminante de 40 y pico inviernos, tropieza y a punto de caer, cual instinto inexplicable sin coherencia ni paso por mis sistemas de voluntad, me hace descender a paso de leopardo 3 escalones para sujetarla de su hombro y cuello, logrando que recobre el equilibrio y se quede sostenida sobre los pasamanos helados de aquella escalera añeja del nosocomio. Como pago por su estabilidad, mi cuerpo giro más de la cuenta y terminé descendiendo con cualquier parte de mi anatomía los escalones faltantes... Al menos por default mi cuerpo giró para defenderse de una lesión que podría considerar autoinflinjida: caí los últimos 3 escalones precipitadamente. La vergüenza me obliga a levantarme de inmediato mientras con sigilo muevo las partes distales de mis extremidades para asegurarme que este todo bien.
Inmediatamente recibo un gracias y ahí me di cuenta que pese a que mantenía la funcionalidad de mi cuerpo, no todo estaba bien. Ese "gracias" me dio rabia, indignación y una frustración que mezclaba un vacío con la evidente hipocresía de mi vida. No dije nada, levante mis hombros y caminé presuroso en dirección al pasillo que separaba mi "hazaña" de mi destino.
¿Qué me había pasado?
No tenía idea de las conjeturas a las que llegaron mis pensamientos enajenados de realidad durante esos segundos, solo sentí que todo apestaba, nada valía y que no servía para nada el inmolarme una y otra vez... Creía absurdamente que ser el niño bueno ayudaría, sin embargo el universo aunque debería, no equipara las cuentas.
Me sentí harto de que cada llamada tenga un desahogo o un petitorio como motivo, que cada mensaje venga con un "ayúdame" y yo siempre dejara todo por cumplir esa ayuda. Me harté de la incondicionalidad que creía que llenaría, me cansé de absorber problemas ajenos y tratarlos con esmero propio... Porque nadie al final del día tiene una palabra de aliento para reconfortar tu esfuerzo. La vida no te tratará bien por ser una buena persona, ni mal por no serlo. La relatividad de los eventos cobra lógica y se diluye la esponja de adversidades que me había tocado aquel día... Un día infame, que te baña de realidad y hasta al sol lo vez cansino y egoísta...
Resta seguir, porque al mundo le da igual si avanzas o te detienes...
Subir al tercer piso a reportar varios exámenes con mi maleta más lista que yo mismo para ir hacia puerta 4... Un dramatizado de sonrisas falsas mientras sujetas a una persona y le dices que no le dolerá lo que le harás cuando sabes que si sucederá.. 7 escalones y medio antes de llegar al suelo, una fulana cuyo nombre no quiero acordarme, caminante de 40 y pico inviernos, tropieza y a punto de caer, cual instinto inexplicable sin coherencia ni paso por mis sistemas de voluntad, me hace descender a paso de leopardo 3 escalones para sujetarla de su hombro y cuello, logrando que recobre el equilibrio y se quede sostenida sobre los pasamanos helados de aquella escalera añeja del nosocomio. Como pago por su estabilidad, mi cuerpo giro más de la cuenta y terminé descendiendo con cualquier parte de mi anatomía los escalones faltantes... Al menos por default mi cuerpo giró para defenderse de una lesión que podría considerar autoinflinjida: caí los últimos 3 escalones precipitadamente. La vergüenza me obliga a levantarme de inmediato mientras con sigilo muevo las partes distales de mis extremidades para asegurarme que este todo bien.
Inmediatamente recibo un gracias y ahí me di cuenta que pese a que mantenía la funcionalidad de mi cuerpo, no todo estaba bien. Ese "gracias" me dio rabia, indignación y una frustración que mezclaba un vacío con la evidente hipocresía de mi vida. No dije nada, levante mis hombros y caminé presuroso en dirección al pasillo que separaba mi "hazaña" de mi destino.
¿Qué me había pasado?
No tenía idea de las conjeturas a las que llegaron mis pensamientos enajenados de realidad durante esos segundos, solo sentí que todo apestaba, nada valía y que no servía para nada el inmolarme una y otra vez... Creía absurdamente que ser el niño bueno ayudaría, sin embargo el universo aunque debería, no equipara las cuentas.
Me sentí harto de que cada llamada tenga un desahogo o un petitorio como motivo, que cada mensaje venga con un "ayúdame" y yo siempre dejara todo por cumplir esa ayuda. Me harté de la incondicionalidad que creía que llenaría, me cansé de absorber problemas ajenos y tratarlos con esmero propio... Porque nadie al final del día tiene una palabra de aliento para reconfortar tu esfuerzo. La vida no te tratará bien por ser una buena persona, ni mal por no serlo. La relatividad de los eventos cobra lógica y se diluye la esponja de adversidades que me había tocado aquel día... Un día infame, que te baña de realidad y hasta al sol lo vez cansino y egoísta...
Resta seguir, porque al mundo le da igual si avanzas o te detienes...
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